Te compartimos la herencia literaria
de Dolores Jiménez y Muro:
Poemas:
RAYO DE LUZ
Pronto voy a morir; lo sé, lo siento En esta languidez que me domina: La flor que va a morir, falta de aliento, Hacia la tierra, como yo, se inclina.
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Pronto voy a morir; mas no me aterra El pensamiento de perder la vida: Mi alma está desprendida de la tierra, Y espera hasta con ansia su partida.
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¿Por qué llorar? El pájaro viajero, Si la tormenta destruyó su nido, No marcha triste, vuela placentero, Del sitio de exhalara su gemido.
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La pobre planta, rota por el rayo, Que produce flores, ni un retoño, Halla en sus ramas el ardiente Mayo; No teme, no, los hielos del otoño.
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¡Ay! ¿Y yo? … ¿Qué esperanza bendecida Flota viva en el mar de mis dolores? No soy la pobre planta ya sin vida; El ave sin hogar y sin amores?
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¡Venga la muerte, pues! Mi alma creyente, Más allá de esta vida ve otra vida, Que se ha de prolongar eternamente, Donde recordaré la paz perdida.
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Donde yo, que he sufrido tanto ¡tanto! Viendo la dicha cual quimera hermosa, Secas veré las fuentes a ser dichosa.
Al Inmortal Hidalgo
Los que sintáis ardor dentro del pecho Del patrio amor la llama abrasadora, Venid a este lugar en donde ahora Se manifiesta a Hidalgo gratitud Venid, venid, traed mármol, y traed bronce, Y el monumento labren vuestras manos Del grande entre los grandes mexicanos. Del modelo de cívica virtud. Y llenos de cariño y respeto Con letras de oro dibujad su nombre, Y a los pies de la estatua del grande hombre, Laurel y siempreviva colocad. Entonad cantos épicos que expresen Admiración y afecto a su memoria: No olvidéis sus hazañas ni su gloria, Y por la senda que os trazó marchad.
¿No merece todo el que primero Dio en nuestro país de libertad el grito, El que abnegado fue hasta lo infinito. El que en Chihuahua mártir sucumbió? Si: porque con su ejemplo y sus palabras Despertó en nuestro pueblo el santo anhelo De emancipar el caro y rico suelo, Donde esclavo de España la luz vio;
Y ese deseo en el pueblo fue cual chispa Que da principio a incontrastable hoguera, Pues a despecho de la España fiera Se pudo nuestra patria independer. Y fue libre, fue libre, y vino un día En que ya no hubo súbditos ni reyes: El pueblo rey se dio las nuevas leyes, Que debían cambian todo su ser.
Y dio otro paso, y dióse la enseñanza Lo mismo al noble que al de humilde cuna: Y el congreso, la prensa y la tribuna A todos accesibles fueran ya. Entonces tuvo México oradores, Y poetas, y valientes generales; Cuyos nombres la historia en sus anales Con justo y noble orgullo guardará.
Y sigue su camino: ya fulgura Al lado de las más cultas naciones, Por haber observado instituciones Que darse pudo porque libro fue, Por eso el que inició una idea tan grande El ídolo es de una nación entera, Que le tributa admiración sincera, Pues á un héroe y á un mártir en él ve.
Hijos del Anáhuac, seguid sus huellas: Libres y grandes ya os contempla el mundo: Procurad con un celo sin segundo Tan gratos nombres siempre merecer Y jurad que si veréis que invadida Se ve de nuevo nuestra patria bella, Laureles mil conquistareis para ella, O moriréis por ella con placer.
En el Aniversario (1874) del 15 de Septiembre
Hoy que en bellos discurso nuestros sabios Narran las glorias de la patria mía, Yo voy también a desplegar mis labios Para exhalar un canto de alegría.
Porque cual de una fuente se derrama El agua cuando ya se encuentra llena, De mi alma que por México se inflama Se desborda el placer que me enajena.
Hace años hoy que un grande y noble anciano Cura del pobre pueblo de Dolores Dijo al pueblo:"Se libre y soberano, "Derroca á tus infames opresores.
"Deja tu hogar, arriesga tu existencia, "Ten en el porvenir los ojos fijos; " Y de México harás la independencia " Y serás grande tú, libres tus hijos.
" Oyolo el pueblo, y luego entusiasmado A las armas corrió con ardimiento En un brillante triunfo confiado, Y absorto con su grande pensamiento.
Un día, cuando era niña, me contaron Este episodio poético y grandioso, Y mis oídos gozosos lo escucharon Mi corazón movióse presuroso.
Y desde entonces, siempre en este día, Me acuerdo de esos grandes ciudadanos, Y se llena de orgullo el alma mía, Porque esos héroes fueron mis hermanos.
Nací cual ellos bajo el mismo cielo, Amo á mi patria con filial ternura, Su bien, su honor, es mi mayor anhelo Y su dolor mi más grande amargura.
Por eso pongo un velo a mis pesares Y lleno de inefables emociones Hoy canto que se exhalan mil cantares Y mil y mil sinceras bendiciones.
Eres ¡Oh! Patria bella, muy amada: ¡Dios quiera que ese amor eterno sea! ¡Que seas del mundo entero respetada! ¡Que seas grande, muy grande, y yo lo vea!
Crepúsculo
A mi querida hermana Josefa Esther.
Muy lejos, más allá de aquellos montes, Bajo otros muy distantes horizontes De los que desde aquí la vista alcanza, Existen seres que amo con ternura, Existe lo que hiciera mi ventura, Lo que inspira sueños y esperanza.
Allá van sin cesar mis pensamientos Todos los días y todos los momentos, Llenos de fuego intenso que hay en mi alma, Y allá me impele siempre mi deseo, Pues nada más allá sentir mi deseo, Pues nada más allá sentir yo creo Algunas horas de ventura y calma.
En este suelo la natura ostenta Su magnífica y grácil hermosura Que yo con entusiasmo veo y admiro; Pero tanta belleza yo prefiero Otra ciudad que con el alma quiero, Con la que siempre sin cesar deliro.
Por eso a la hora poética y divina En que empieza la estrella vespertina A fulgurar en el azul cielo, Me place hacia ese rumbo estar mirando, Que otros días transcurridos recordadno Porque ahora es mi único consuelo.
Proemio al "Plan de Ayala", 1911.
La humanidad, incansable mariposa que en su incesante labor, rompe capullo tras capullo, buscando siempre la luz, alcanza épocas de tiempo en tiempo en las que los cerebros esplenden y los corazones arden al poderoso impulso de una idea redentora, haciendo que el Mundo admire acciones heroicas que conquistan las grandes reformas que enaltecen al hombre en algún sentido. La revolución francesa de 1789, ese incendio poderoso e irresistible que convirtió en cenizas las flores de lis de la monarquía absoluta y sepultó entre las ruinas de la Bastilla el estandarte real para reemplazarlo con la bandera tricolor que debería ser en breve la gloriosa enseña de la República; esa hoguera sublime cuya luz que, partiendo de la Asamblea Nacional, se difundió por los ámbitos del Mundo, impresionando todos los espíritus, abrasó también los corazones de nuestros antecesores al surgir ideas libertarias en sus mentes; y la potente y venerada voz del Cura de Dolores lanzó a sus hermanos a la lucha, a fin de conquistar el primer derecho y, de satisfacer la primera necesidad de un pueblo para constituirse según la forma que más le convenga y sea más de su agrado: tener existencia propia; ser una personalidad y no la propiedad de alguien, como lo fue nuestra patria de la Corona de España durante 300 años.
Todos sabemos que el pobre pueblo subyugado y envilecido en el espacio de tres centurias se acordó de que era descendiente de Cuitláhuac y de Cuauhtémoc; y, digno de sus heroicos ascendientes, logró ser libre al cabo de once años de cruenta e incesante lucha, constituyéndose en nación independiente y autónoma. ¡El primer paso hacia el engrandecimiento del pueblo que era su liberación nacional estaba dado!
¡fue la primera y gloriosa etapa de nuestra evolución!
Con excepción de dos grandes mejoras que conquistó México, en el orden político y social, después de su emancipación de la nación española, el establecimiento de la república y la abolición de la esclavitud, su legislación y la manera de proceder de sus habitantes fueron las mismas que durante la época del gobierno virreinal: su idiosincrasia no permitía otra cosa; la fruta no sazona en un momento ni se pasa súbitamente de las tinieblas a la luz, así, el pueblo mexicano fue caminando en medio de guerras civiles e internacionales y tropezando aquí y allá durante más de siete lustros, como los niños, cuyos músculos carecen de fuerzas, hasta la promulgación de la Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma que señalaron nuevos horizontes a los espíritus, al pro… (texto mutilado se salta a la página 11)
…idea de la Justicia violada y escarnecida durante siglos; pero afortunadamente las ideas libertarias que comenzaron su obra de regeneración por medio de Hidalgo y de sus colaboradores, y continuaron su magna labor por medio de los patriotas de 57, han hablado muy alto en los altruistas autores del Plan de Ayala, diciéndoles con elocuente lenguaje que para que los beneficios que encarna nuestra magna Constitución sean un hecho, es preciso que el proletario, sobre todo el indio, ese mártir de tantos siglos, se regenere y se instruya, a fin de que sea lo que debe ser en no lejano día… y para que esto se realice, es preciso que no tenga hambre; que no lo martirice el frío; que sea el hermano de sus semejantes y no su propiedad menospreciada como ha sido hasta hoy.
Este ideal tan noble y tan bello, eslabón precioso y complementario de la obra libertaria de 1821 y 1857, es la tercera y grandiosa etapa de nuestra evolución política y social.
El deslumbrante fulgor de su triunfo irradia en todos los espíritus, puesto que hasta los mismos poderosos comprenden la justicia que ha dictado ese Plan, nacido en Villa Ayala el 28 de Noviembre de 1911, y están conformes con su realización; en tanto que las multitudes pronuncian con respeto y cariño el nombre del calumniado General Emiliano Zapata, como el del defensor de los desheredados y de los oprimidos; como el del porta-estandarte de la idea revolucionaria de nuestros días, de la misma manera que lo fue Hidalgo, Morelos y Guerrero, desde 1810 hasta 1821; y como lo fue Juárez durante la gran Década Nacional.
Dolores Jiménez y Muro
1Dolores Jiménez y Muro, "Proemio al Plan de Ayala", Tierra y Justicia, Periódico Libertario, Redactado por Miembros de la Brigada de la Prensa del Ejército Libertador, Folleto a cargo del director Ignacio E. Rodríguez y secretario de redacción Marcos H. Serrano, Tip. Lit. de Roberto Serrano, México, 1900 (aunque seguramente de 1911, porque la fecha está señalada en el texto). pp. 7-11. Biblioteca Nacional de México REV972.092.2 PLA.A. Obtenido de: https://ideasfem.wordpress.com/textos/f/f08/#_ftn1
Dirección de publicaciones:
- La Esmeralda,
- La Sombra de Zaragoza,
- La Revista Potosina (1902)
- El Diario del Hogar (1902)
- La Mujer Mexicana (1904-1906)
- La Voz de Juárez (1913)
Edición y participación de los periódicos:
- El Correo de las Señoras (1883-1893)
- El Álbum de la Mujer (1884-1888)
- Las Hijas de Anáhuac (1887-1888)
- Violetas del Anáhuac (1888)
- Vésper (1891) Diario Regeneración (1902)