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Natalicio de Miguel Hidalgo y Costilla

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga nació en la hacienda de Corralejo, cerca de Pénjamo, Guanajuato, entonces obispado de Michoacán, el 8 de mayo de 1753. Sus padres fueron Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga y Villaseñor, ambos criollos. En 1765, Miguel acudió al colegio de San Xavier, donde completó sus primeros estudios de gramática y retórica. Ante la expulsión de los miembros de la Compañía de Jesús en 1767, el colegio cerró sus puertas, por lo que interrumpió brevemente sus estudios para retomarlos en octubre de ese año en el Colegio de San Nicolás de Valladolid, actual Morelia.

 

 

 

 

Estudios en la Real y Pontificia Universidad de México

En febrero de 1770, al concluir sus estudios iniciales, se presentó en la Real y Pontificia Universidad de México para validar sus estudios de Retórica, presentar exámenes públicos y obtener el grado de Bachiller en Artes. Prosiguió con los estudios de teología, mismos de los que se graduó el 24 de mayo de 1773. Sus compañeros de clase le dieron el sobrenombre de “el Zorro”, debido a su inteligencia y astucia. El 27 de enero de 1787, con la ayuda del obispo de San Miguel, Hidalgo asumió la Tesorería del Colegio de San Nicolás, hasta 1792. Antes de cumplido ese período, en 1790 asumió el puesto de rector del mismo Colegio. De este modo, reunió en su persona tres funciones: rector, tesorero y catedrático.

 

 

 

 

Inicios del siglo XIX

Al iniciar el siglo XIX, el imperio español padeció una grave crisis y se vio inmerso en guerras europeas. Por otra parte, el malestar social, político y económico generado por tres siglos de dominación española iba en aumento. En 1808, ante la invasión napoleónica a España y la aprehensión del rey Fernando VII, hubo una discusión en el Ayuntamiento de México respecto a las acciones que debían tomarse para proteger la integridad del reino. El Consulado de comerciantes, de origen peninsular en su mayoría, vio en las propuestas del cabildo criollo una intención autonómica, por lo que el 15 de septiembre de ese año depusieron al virrey José de Iturrigaray, que apoyaba la propuesta del ayuntamiento, así como a integrantes de dicho cuerpo municipal.

 

 

 

 

Las tertulias y la conspiración

El golpe de Estado acabó con casi 300 años de legalidad y legitimidad ininterrumpida en Nueva España, por lo que en los siguientes años hubo una serie de conspiraciones contra el mal gobierno emanado de aquella acción. A fines de 1809, fue descubierta en Valladolid, actual Morelia, una conspiración de milicianos criollos que tenían por objetivo instalar un Congreso nacional que gobernara en nombre de Fernando VII. Aunque dicha conjura no se llevó a cabo, la búsqueda de cambio persistió.

A inicios de junio de 1810, comenzó en Querétaro una “academia literaria” o tertulia, donde se discutían también los asuntos políticos relevantes. Entre los participantes más destacados, estaban Ignacio Allende y Miguel Hidalgo. Este grupo comenzó a tener contacto con conspiradores de otras provincias del virreinato, además de contar con el apoyo el corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, y de su esposa doña Josefa Ortiz. Al igual que los conjurados de Valladolid, los de Querétaro tenían en mente convocar a un Congreso general que llevara el gobierno de la Nueva España.

 

 

 

 

¡El Grito!

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, al ser descubiertos los planes, Miguel Hidalgo convocó al pueblo en la parroquia de Dolores a levantarse en armas. El movimiento creció rápidamente y, a finales de octubre, el contingente insurgente se encontraba en las inmediaciones de la ciudad de México. El 30 de octubre tuvo lugar la célebre batalla del Monte de las Cruces, donde los insurgentes pusieron en fuga a los realistas; sin embargo, por decisión de Hidalgo ante las pérdidas y la falta de municiones, decidieron no ingresar a la capital virreinal. A raíz de esto, comenzaron las fricciones en el seno de la dirigencia del movimiento, por lo que Miguel Hidalgo partió con un contingente a Valladolid, mientras que Ignacio Allende y otros caudillos marcharon a Guanajuato.

 

 

 

 

La abolición de la esclavitud

El 19 de octubre, por órdenes de Miguel Hidalgo, José María Anzorena decretó en aquella ciudad la abolición de la esclavitud, de los tributos y del cobro de derechos a los indios por la raspa de magueyes y obtención de pulque. El 23 del mismo mes, Ignacio López Rayón proclamó en Tlalpujahua la abolición del tributo y estanco de pólvora, naipes y papel sellado, la reducción de la alcabala y el comercio libre, así como la igualdad entre todos los americanos, lo que de facto suprimía el sistema de castas y la esclavitud. Los diferentes bandos emitidos por el párroco de Dolores, o a instancias suyas, son su principal legado, y dejan ver la dimensión social que tenía la lucha, tanto en favor de los indios como de los criollos.

 

 

 

 

Entrada triunfal

El 26 de noviembre, Miguel Hidalgo entró triunfante a Guadalajara. Tres días después, publicó el primer bando impreso donde abolió de nueva cuenta la esclavitud, además de reiterar las disposiciones previas. El 5 diciembre, en esa misma ciudad, ordenó la recaudación de las rentas que las comunidades tenían arrendadas, además de entregar a los indios sus tierras, mismas que no se podrían arrendar.

 

 

 

 

Hidalgo fue depuesto del mando del movimiento

El 10 de enero de 1811, reunidos nuevamente los líderes insurgentes, discutieron sobre el rumbo de la guerra. Hidalgo, cuyo punto de vista se impuso al final, apoyó la batalla abierta, en contraste con la guerrilla que sugerían Allende y Aldama. El 17 de enero, las tropas insurgentes fueron vencidas por el ejército realista comandado por el general Félix María Calleja, en la batalla del Puente de Calderón, cercano a la ciudad de Guadalajara. Ante la derrota, los jefes insurgentes decidieron emprender el camino hacia el norte del país, para reorganizar fuerzas y obtener nuevas adhesiones, armamento y municiones. El 6 de marzo, en Saltillo, Miguel Hidalgo fue depuesto del mando del movimiento, que quedó en manos de Ignacio Allende con el grado de Generalísimo.

 

 

 

 

El juicio contra Miguel Hidalgo

En su trayecto hacia los Estados Unidos, el 21 de marzo de 1811 fue emboscada la caravana insurgente en las Norias de Acatita de Baján, donde fueron aprehendidos Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Mariano Abasolo. Los líderes prisioneros fueron conducidos a Chihuahua, entonces capital de las Provincias Internas, a donde llegaron el 23 de abril. El 7 de mayo comenzó el juicio contra Miguel Hidalgo, y se tomaron las primeras declaraciones. El sábado 18 de mayo, Hidalgo emitió un manifiesto desde prisión donde se arrepintió de todos los excesos cometidos por sus tropas durante la guerra, al tiempo en que exhortó a obedecer a las autoridades virreinales. El 10 de junio comenzó el proceso inquisitorial de Hidalgo, con el descargo de las acusaciones que le imputaba el Santo Oficio.

 

 

 

 

Su muerte

El 26 de junio, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo fueron ejecutados en la Plazuela del Ejército en Chihuahua. El 29 de julio, se realizó la degradación sacerdotal de Miguel Hidalgo. Terminado el proceso, se le comunicó la sentencia final, misma que se ejecutó al día siguiente a las 7 de la mañana, en el patio interior del Real Hospital de Chihuahua. Después del fusilamiento, el cuerpo del cura fue llevado a la plaza principal, donde se le decapitó y la cabeza fue enviada a Guanajuato, donde permanecería el resto de la guerra como escarmiento. El cuerpo fue recogido por los frailes de la Hermandad de la Orden de Penitencia de San Francisco y enterrado en la iglesia de San Antonio. En la actualidad, sus restos mortales reposan en la columna de la Independencia Nacional, en la Ciudad de México.