En su firme labor, también escribió una valiente ponencia titulada "La mujer en el porvenir", en el marco del Primer
Congreso Feminista en México, celebrado del 13 al 16 de enero de 1916, en Mérida, Yucatán. Tras la ceremonia de inauguración
en el teatro José Peón Contreras, el señor César González inició la lectura de las palabras de Hermila ante un aforo de 617
congresistas. En la ponencia, abordó un tema polémico para la época: la sexualidad de la mujer.
En "La mujer en el porvenir", Hermila no aborda particularmente el tema de equidad con respecto al voto, sino la
importancia de la educación (eje central del Congreso), el sometimiento que implican las viejas prácticas y el tema del instinto
sexual femenino. Cuestión que levantó múltiples cuestionamientos de otras congresistas, tales como Consuelo Zavala o Isolina
Pérez, quien incluso intentó que no se leyera el texto, por considerarlo "inmoral".
En lo que respecta a la educación sexual para las mujeres, resaltó que iba más allá de una instrucción corporal y la colocó
en una situación de individualidad corporal fuera de las prácticas convencionales como el matrimonio o las creencias religiosas
que exaltan el desarrollo del "corazón y el alma", omitiendo su razonamiento; por lo que consideró necesario el
alejamiento del "pudor mal entendido".
Propuso que el conocimiento del cuerpo y las prácticas higiénicas, no sólo fueran exclusivos para círculos de especialistas,
sino que se extendiera su enseñanza a nivel secundaria. También expuso que se podían evitar otros males sociales cuando no
se tienen conocimientos sobre el instinto sexual, como es el procrear hijos no deseados; enfatizando sobre el abuso que cometen
los hombres y cómo las leyes los protegen.
Para Laura Orellana, el hecho de que Hermila abordara el tema de la sexualidad femenina constituye un trastocamiento del imaginario
de la época, esa línea divisoria entre los ámbitos público y privado y el establecimiento de la participación civil de la
mujer en cualquier espacio, tanto en el hogar como en la política. En pocas palabras, con su ponencia en el Primer Congreso
Feminista, defendió el derecho absoluto de la mujer a tomar las riendas de su propio destino.