Valentín Campa Salazar (1904 – 1999)
Se destacó por ser:
- Actor destacado del Siglo XX mexicano
- Luchador social y activista
- Hombre sobrio lleno de amor por sus semejantes
- Líder ferrocarrilero
- Promotor del sindicalismo en México
- Uno de los primeros luchadores contra el charrismo sindical
- Ideólogo del proceso de la unidad de las izquierdas mexicanas
- Resistió en prisión la represión de que fue sujeto por el gobierno
- Miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista Mexicano (PCM)
- Constructor de los partidos: Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS) y de la Revolución Democrática (PRD)
- Candidato a Gobernador de Nuevo León
- Candidato a la Presidencia de República
- Diputado plurinominal por el PCM
Fecha y lugar de nacimiento:
14 de febrero de 1904 en Monterrey, Nuevo León
Fecha y lugar de fallecimiento:
25 de noviembre de 1999 en la Ciudad de México
Sus restos yacen en:
Rotonda de las Personas Ilustres
Valentín Campa Salazar nació el 14 de febrero de 1904 en Monterrey, Nuevo León, en el seno de una familia de pequeños comerciantes.
A principios de 1910, cuando contaba con seis años de edad se traslada junto con su familia a Torreón, Coahuila, donde cursó la primaria en pleno estallido de la Revolución Mexicana. Sufrió en su infancia las penalidades de la guerra (Torreón fue un sitio cercano a batallas entre porfiristas, maderistas, huertistas, carrancistas y villistas).
En la ciudad de Torreón había una presencia importante de nacionales chinos, la cual ameritó la apertura de un consulado por el gobierno de su país. El titular del mismo era un terrateniente partidario de Porfirio Díaz. Para él laboraban un número importante de sus connacionales.
Grupos de mexicanos rechazaban la presencia de estos extranjeros. Otros resentían que un chino fuera propietario de grandes extensiones de tierras. Unos más estaban animados por el rechazo al régimen de Díaz y a quienes se beneficiaban explotando la relación con éste. Organizaron una matanza, corriendo la voz de que los chinos habían envenenado los veneros de agua de las norias de la ciudad. Con esta calumnia desataron un ambiente de psicosis colectiva que detonó el linchamiento xenófobo de cientos de chinos. Valentín presenció esta infamia a los siete años de edad. El hecho marcó su vida y -más adelante- fue una de las motivaciones que le llevaron a dedicarse a la lucha social.
Aun cursaba el sexto año de educación primaria, cuando ante la invasión estadounidense conocida como la Expedición Punitiva (dirigida a detener a Francisco Villa), se presentó junto con sus compañeros de la escuela El Centenario, frente al batallón ferrocarrilero (que se entrenaba justamente en la estación del ferrocarril), pidiendo ser enlistados en dicho ejército para combatir a los invasores. Debido a su corta edad, no fue aceptado.
En 1919, su padre le encomienda trasladarse a Chihuahua para solicitar un préstamo a su tío Andrés Campa, con quien se encuentra en Ciudad Juárez. Estando en el hotel Sonora conoce al Mayor Salas, integrante de las fuerzas carrancistas que combatían a Villa. El Mayor Salas se había propuesto cobrar venganza asesinando al jefe de la División del Norte, en retribución a la muerte de familiares perpetrada por Villa, así como al asalto al rancho de su padre ubicado en el estado de Durango (años después, Valentín Campa se enteraría que el Mayor Salas había encabezado el grupo que organizó la emboscada en que Villa y sus ayudantes fueran asesinados a la entrada de Parral, Chihuahua).
A medidos de 1920 junto con su familia se traslada de Durango a Tampico. Ya en el puerto, le atrae la idea de trabajar como obrero en la industria petrolera. Teniendo 16 años -a escondidas de su padre y apoyado en los consejos de un amigo ayudante de mecánico- consigue una plaza de oficial tubero en la compañía La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Company, empresa holandesa-inglesa que instalaba la refinería más grande de América Latina (en el momento), justo enfrente a la terminal ferrocarrilera de Doña Cecilia (actualmente denominada terminal de Ciudad Madero).
Siendo todavía un adolescente y ya convertido en trabajador petrolero, obtiene, con inusitada rapidez (producto de su esfuerzo, dedicación y empeño, aún en las horas extras que trabajaba) el puesto de fogonero de grúa y en calderas fijas.
Ahí comenzó a entrar en contacto con el anhelo de los trabajadores de organizarse para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida: si bien en la compañía La Corona no existía un sindicato (por lo que la relación de cada obrero con los jefes y los capataces era directa), se escuchaban comentarios sobre las huelgas en la refinería de El Águila, en la Mexican Gulf y en la compañía La Huasteca. Cada una de esas huelgas habían sido rotas por Luis N. Morones, líder de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), con acompañamiento de las fuerzas represivas del gobierno.En ese lugar el alcoholismo era frecuente. En una ocasión fue nombrado orador para el acto del 16 de septiembre y en su exposición expresó: es lamentable que en el pueblo existan 9 cantinas y ni una sola escuela primaria. Propuso la constitución de un comité del pueblo para la construcción de escuelas, integrándose el Comité Pro Escuela con varios ferrocarrileros y algunos pequeños comerciantes, concretándose la construcción de la primera escuela.
Debido a reajustes en la industria del petróleo, después de ser despedido de la compañía La Corona a finales de 1921, se traslada de Tampico a Hipólito, Coahuila, lugar de una subterminal ferrocarrilera de relativa importancia, donde circulaban muchos trenes transportando carbón mineral proveniente del norte de Monclova con destino a las empresas ferrocarrileras y a las industrias del oeste del país. Trabajó como garrotero de Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales). Ahí empezó su militancia sindical en la Confederación de Trabajadores y Transportes (CTT) afiliada a la Confederación General de Trabajadores (CGT) de tendencia anarquista.
Con apenas estudios de primaria se empleó en 1922 como garrotero extra en Hipólito, Coahuila, y -tras concluir el primer grado de secundaria- se preparó con el propósito de ascender a garrotero de camino. Puesto que ya no pudo desempeñar (al arribar a los ferrocarriles las locomotoras “Mallet” (las cuales tenían una potencia superior a las que hasta ese momento existían), mucho personal fue reajustado). Corriendo la misma suerte que otros trabajadores ferrocarrileros del país, Campa Salazar fue despedido en su rol de garrotero. Tomó un trabajo en la estación en calidad de dependiente de carros y guías en el departamento de transportes.Entra de lleno a la actividad sindical al ser nombrado miembro de la Dirección del Subconsejo Divisional de la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC). En su primera participación destacada como líder, habló a nombre del Partido Comunista. Fue en una campaña en defensa de Sacco y Vanzetti, italianos radicados en Estados Unidos, acusados -falsamente- de ser terroristas. Dicho movimiento en pro de los anarcosindicalistas fue impulsado por la Internacional Comunista, en unidad de acción con los anarquistas de todo el mundo.
Dentro de la CTC participó en todos los gremios de la empresa La Corona (excepto en la unión de Conductores, Maquinistas y Fogoneros, la cual -influida por los altos funcionarios de la empresa- se negaba a unirse a la mayoría de gremios de esa empresa.
A mediados de 1925 fue trasladado a la terminal de Ciudad Victoria, la cual tenía relevancia pues desde ahí partía por ferrocarril el petróleo extraído de la zona de Tampico hacia la región nor-noreste del país. En esa época, fue designado Secretario del Consejo Divisional de la CTC.
A principios del año siguiente, el Partido Comunista Mexicano organizó -en el marco de sus actividades de agitación de conciencia y propaganda- la impartición por Julio Antonio Mella de una conferencia en Ciudad Victoria. Aún y cuando Valentín Campa todavía no se adhería como miembro a dicho partido, varios comunistas con quienes mantenía relaciones, le solicitaron que a los trabajadores se les retirara dinero para solventar el viaje de Mella. Siendo Valentín Campa un muy conocido enemigo del cohecho y actos similares, decidió que su colaboración consistiera en invitar -durante una semana- a efectuar una cooperación voluntaria, vía donativos.
A fines de 1926 como parte de una política de entendimiento con el Imperialismo Yanqui, el gobierno de Plutarco Elías Calles suspendió el reparto de tierras, declaró terminada la reforma agraria y reprimió violentamente las huelgas (casi todas ellas contra empresas de origen estadounidense).
El ambiente antiobrero se tornó hostil para con los gremios ferrocarrileros. El más importante: la Unión Mexicana de Mecánicos, resolvió irse a la huelga en agosto de ese mismo año, para detener las destituciones del servicio de sus miembros y oponerse a la decisión del gobierno de Calles de apoyar a la CROM de Morones, que pretendía incrustar a sus propios miembros en los Ferrocarriles Nacionales.
Campa exhibía un activismo en defensa de los derechos laborales, lo que provocó que fuera despedido y reinstalado (por presión de sindicatos) en dos ocasiones en el año: a sus 22 años Valentín Campa destaca como activista, organizador y dirigente ferroviario, impulsando los preparativos para una histórica huelga general que estallaría unos meses después. En represalia y con la intención de minar al movimiento, la superintendencia de la División del Golfo ordena su destitución -inmediata y sin desahogo de trámite alguno-.
Ya destituido, se traslada a Monterrey con el respaldo de la Alianza de Ferrocarrileros y del Consejo Divisional de la ciudad. Demuestra al superintendente de la División las violaciones incurridas en contravención al artículo 123 constitucional. Al mismo tiempo, la CTC reitera la amenaza de huelga, con lo que se logra que la empresa reinstale a Campa.
Reanuda sus actividades en Ciudad Victoria para preparar la huelga general ferrocarrilera. El 21 de febrero de 1927 ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM) y un día después estalla la huelga general ferrocarrilera, secundada por la mayoría absoluta de los ferrocarrileros de la terminal de Ciudad Victoria. Al puerto arriban varias secciones del 33º Regimiento, comandado por el Coronel Cabrera. Valentín Campa es aprendido con violencia y es trasladado -bajo arresto- a la guarnición militar de la plaza.
Mientras estuvo incomunicado por tres días, los agraristas de la región (al ver que los trenistas rompían la huelga), quemaron un puente, lo cual provocó el descarrilamiento de un tren. Ese y otros sabotajes, dieron lugar a que el presidente Plutarco Elías Calles ordenara -en su desconocimiento de que Campa había sido ya detenido- su aprehensión y fusilamiento inmediato. El gobernador de Tamaulipas, Emilio Portes Gil, consciente de la inocencia material de quien obraba ya detenido por los militares, telegrafío a Calles de forma insistente hasta convencerlo de desistir de la orden ya girada. La orden presidencial se reajustó hacia la extradición -inmediata- de Campa del estado con prohibición de regresar a la entidad.
Durante la huelga asistió como delegado de su zona a una reunión nacional del sindicato en la Ciudad de México.
Valentín Campa siempre mostró la característica fundamental de los grandes revolucionarios de la historia, poniendo en marcha el pensamiento social y movilizando a la gente en torno a un fin concreto. En esta ocasión, una de las consecuencias de esta huelga general fue elevar la conciencia colectiva en fortalecimiento de la clase trabajadora, articulando alianzas y dejando atrás la acción aislada de los distintos gremios.Meses después, a la edad de 23 años, Campa concurre como representante del Consejo Divisional de Victoria, a la reunión nacional celebrada en la capital del país. Ahí conoce a Elías Barrios, Secretario General de la CTC, dirigente de la huelga y miembro del Partido Comunista Mexicano.
La CTC lo comisiona para acudir a Tierra Blanca, Veracruz, en donde logró que un numeroso grupo de huelguistas desistieran de optar por la lucha armada.
Siendo uno de los miembros más jóvenes del comité central del Partido Comunista Mexicano, a su llegada a Monterrey se pone en contacto con el Consejo Divisional de la CTC, al mismo tiempo que establece nexos con la Local del Partido Comunista en Monterrey. Invita a varios ferrocarrileros a ingresar al Partido Comunista, reforzando así la Local y -en alianza con los anarquistas- un centro sindical.
En agosto de 1927, tiene lugar un intento de sumar el talento, capacidad organizativa y arrastre de este joven a la campaña para la reelección presidencial de Álvaro Obregón: un diputado amigo de Valentín Campa le invita -bajo impulso del gobernador Emilio Portes Gil- solicitándole su cooperación a cambio de proveerle un buen empleo en la Tesorería del Estado. Las convicciones políticas de Campa como militante del Partido Comunista le llevan explicar que si bien podría apoyar la candidatura de Obregón, reprobaba las actitudes derechistas de éste y no aceptaba incorporarse a las actividades del Partido Socialista Fronterizo de Portes Gil. Además, Campa reclama su derecho a regresar a Ciudad Victoria para actuar de acuerdo con la línea del Partido Comunista.
En Ciudad Victoria -sabedor de la forma en que operaba una empresa trituradora de roca en Tamatlán: La Pedrera, de la que los propietarios extraían enormes ganancias sometiendo a sus obreros a salarios miserables, Valentín Campa y otros acuerdan sindicalizarles, planteando el registro del sindicato ante la Junta de Conciliación y Arbitraje. Al emplazar a huelga, Campa fue aprehendido -por agentes de la policía del estado- e internado en un calabozo.
El licenciado Raúl Castellanos, gobernador electo del estado -de posiciones democráticas (y a quien había apoyado en la campaña electoral)- le ayudó para obtener su liberación. Tiempo después Valentín Campa se entera que el propio ex gobernador Portes Gil era socio destacado de La Pedrera.
Como condición para su liberación, Castellanos le pidió a Campa se reuniera con el gobernador interino del estado, el Prof. Rincón, quién tenía la intención de convencer a Campa de entrevistarse con el Lic. Portes Gil, quién le ofreció nuevamente un puesto en el gobierno alineado a sus intereses. En agosto de 1927, Valentín Campa reiteró su determinación de no aceptar ningún puesto -y menos ahora que, arbitrariamente, Portes Gil había ordenado su secuestro en violación a la Constitución-. En tono amenazante, el profesor Rincón le volvió a ofrecer un empleo, solicitándole que moderara su actitud de agitador. Campa le externó que no cedería ante amenazas y continuaría actuando de acuerdo a sus convicciones, ateniéndose a las consecuencias.
A finales del año se traslada a la Ciudad de México para integrarse a la administración nacional del sindicato ferrocarrilero.
En 1928 se integra a la dirección del PCM. En 1929 inicia una época de persecución política contra este partido. Campa se convierte -al lado del poeta Hernán Laborde, secretario general- en uno de los principales dirigentes. Durante estos años, Campa es encarcelado -en varias ocasiones- por la policía de la Ciudad de México. Como resultado de huelgas de hambre y protestas en contadas ocasiones logra recuperar su libertad.Valentín Campa luchó por la obtención de contratos colectivos de trabajo, y combatió por igual a los patrones, al "charrismo" sindical: la injerencia del gobierno en la vida de los sindicatos y a la imposición de sus dirigencias.
En 1928, Plutarco Elías Calles firmó un acuerdo con el embajador norteamericano Morrow, según el cual se otorgaban grandes privilegios a los monopolios petroleros norteamericanos. En 1929 estalló la gran crisis capitalista, la debacle económica se cernió sobre varios países, teniendo gran impacto sobre los valores de las empresas - que tuvieron una súbita baja-. Muchas fábricas en México cerraron y fueron destruidas toneladas de bienes de consumo para retirar los excedentes del mercado.
En aquel entonces muchas organizaciones obreras eran miembros de la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM) dirigida por el corrupto líder Luis N. Morones, Secretario de Industria, Comercio y Trabajo en el gabinete de Plutarco Elías Calles. A fin de contrarrestar la cooptación de estas organizaciones por parte de la CROM, y en colaboración con la Liga Nacional Campesina (LNC), el PCM se abocó a la tarea de organizar el Bloque Obrero Campesino, mismo que aglutinó –también- a los sindicatos independientes (con énfasis en: Jalisco, Tampico, Monterrey, Puebla y el Distrito Federal).
El PCM y los sindicatos independientes consideraron necesario coordinar a todas las organizaciones sindicales que actuaban autónomamente, por lo que el 26 de enero de 1929 se convocó al congreso constituyente de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), tomándose varios acuerdos entre los que figuraba: promover una agitación nacional contra la promulgación del Código Federal del Trabajo presentado por el presidente Portes Gil, considerado -por sus detractores- como un instrumento de corte fascista.
Campa mantuvo una estrecha relación con David Alfaro Siqueiros, a quien el congreso sindical eligió como representante de los mineros de Jalisco (a la par Valentín Campa había sido designado como secretario de la organización en febrero de 1929).
A principios de marzo de 1930, el nuevo presidente de México, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio, fue víctima de un atentado. Con ese pretexto se emprendió una represión generalizada contra los comunistas. Valentín Campa -junto con otros compañeros- fue aprehendido y encarcelado en la prisión de Lecumberri sin ser registrado en los libros de entrada (anomalía que impedía -tanto a familiares y compañeros como a autoridades judiciales- dar con su paradero y facilitaba su desaparición forzada). En protesta, Campa y sus compañeros realizaron una huelga de hambre, siendo liberados a los cinco días. Sin embargo, al momento en que se dirigían a la salida de la prisión de infausta memoria, el grupo de reos se percata que faltaba Librado Rivera, destacado y abnegado militante de luchas sociales de ideas anarquistas (había sido compañero de causa de Ricardo Flores Magón). Valentín Campa le planteó al director de Lecumberri que no saldrían si Rivera no era incluido en la lista de liberados. Gracias a su solidaridad e intrépida acción, Librado Rivera reconquista su libertad, hecho que le ganó a Campa la simpatía de los anarquistas y dio lugar al establecimiento de relaciones solidarias con ese grupo.
Horas después, Campa y otros compañeros que habían sido liberados y se encontraban físicamente con él, fueron reaprendidos por la policía. Primeramente fueron trasladados a la jefatura de policía, y de ahí reingresados a Lecumberri omitiéndose -de nueva cuenta- su registro en el libro de entrada, el cual tenía como función dejar constancia oficial del ingreso de toda persona a la prisión. Campa y los integrantes más jóvenes de este grupo reiniciaron la huelga de hambre. Habiendo acumulado once días sin probar alimento, el director de Lecumberri (preocupado por el notorio deterioro de la salud del grupo) acudió ante un juez de distrito y le explicó que el grupo de comunistas había sido llevado a la prisión originariamente por el Estado Mayor Presidencial, quien le había girado instrucciones de no registrarles en el libro de entrada. Hizo de su conocimiento que, a pesar de hacer ver a este organismo que esas personas llevaban demasiadas semanas secuestradas, el Estado Mayor Presidencial no le daba una respuesta. El juez le solicitó poner por escrito los antecedentes alusivos a esas personas acusadas de labor subversiva. El juez cursó el asunto a un agente del Ministerio Público (quien 15 años despúes sería el primer Secretario del Trabajo del Presidente Miguel Alemán -cargo al que terminaría renunciando en desacuerdo con la corrupción de ese régimen- y pasaría a ser, por décadas, uno de los juristas más respetados de México: el administrativista Andrés Serra Rojas). Tras interrogar el agente del Ministerio Público al grupo de comunistas y comparar su situación con lo que mandaban la Constitución y el Código Penal, determinó que no encontraba motivo para que esas personas fueran consignadas. El juez resolvió que, ante la carencia de fundamentos, fueran puestos en libertad. El director de la prisión de Lecumberri ejecutó la resolución del juez. Horas después, elementos del Estado Mayor Presidencial se presentaron en Lecumberri para trasladar a Valentín Campa a las Islas Marías, lanzando improperios contra el director del penal, el juez de distrito y -con particular virulencia- contra el agente del Ministerio Público. Este había sido nombrado por su maestro Puig Casaurenc, quien le explicó respecto del asunto: “Serrita: No se trata de la Constitución ni de las leyes: se trata de un problema político en el que usted metió la pata” y le cesó del cargo.
A finales de 1930 se recrudeció la represión contra la CSUM.Cuando David Alfaro Siqueiros decidió dedicarse a la pintura y abandonar la secretaría general de la CSUM, Valentín Campa ocupa su lugar.
Con tal cargo fue delegado al V Congreso de la Internacional Sindical Roja en Moscú, visita en la que tuvo la oportunidad de recorrer varias ciudades de la URSS. Se convenció de que el socialismo soviético tenía bondades y había alcanzado éxitos.
Ya de regreso en México y tras visitar Ciudad Juárez, Puebla y Jalapa, al arribar a la Ciudad de México es aprehendido y detenido en el cuartel de la montada en donde permanece por semanas incomunicado. Al fin, tras infructuosos intentos de comunicar al exterior que se encuentra detenido, Valentín logra que una persona busque a su madre. Al percatarse las autoridades de que gente se presenta preguntando por Campa, le trasladan en auto a una zona completamente despoblada.
Después le ocultan en la oficina del Delegado de Mixcoac. Permanece -de nueva cuenta- varias semanas secuestrado. Intenta lanzar desde la ventana un periódico dentro del cual incluye un recado en donde pide ayuda y unas monedas de plata de las que circulaban en esa época. El destinatario del lanzamiento era un jardinero que estaba en las inmediaciones. Tras un segundo intento en días posteriores, el jardinero le hace señas con la mano para transmitirle que tiene miedo de ayudarle. A los pocos días, su madre, su hermana Cuca y un actuario de un juzgado de distrito intentan ingresar a la delegación gritando que ahí se encuentra Valentín, secuestrado. Agentes de la montada les impiden el paso, afirmando que están confundidas y que la persona que vieron allí parada no era Valentín Campa. Le introducen en un vehículo con cortinas y le llevan a la delegación de policía anexa a la cárcel del Carmen, donde le instalan en un cuarto sin ventanas.
Con ayuda de otro prisionero, que terminó siendo liberado, a pesar de la reforzada vigilancia a que lo somenten las 24 hora por varias semanas, Valentín logra transmitir un aviso y el actuario del juzgado de distrito se presenta a este tercer sitio volviendo a preguntar por él. El jefe del grupo de agentes le comunica que se ha decidido expulsarle del país y que tiene que trasladarse por barco a algún país muy distante de México. Le pregunta en qué país desea establecerse. Días después regresa para avisarle que está por zarpar un barco hacia el país de su elección. Le deja libre para que consiga dinero para cubrir su pasaje y le advierte que si no se presenta todos los días a las seis de la tarde en la jefatura de policía se ejecutará la orden de matarle en donde la policía lo encuentre. Campa es vigilado en esos días ya en el exterior. Cuando logra eludir el esquema, se interna en la clandestinidad.
El 7 de noviembre de 1931, Valentín Campa asistió a un mitin cerca del centro de la Ciudad de México con motivo de la Revolución Soviética, participando como orador. Durante el acto hubo un enfrentamiento con la policía. Campa emergió sano y salvo. Minutos más tarde -al estar departiendo con compañeros en un café de chinos- se entera que la estación radiofónica XEW había sido asaltada y a él se le atribuía la autoría de los hechos. Tiempo después, Campa se enteraría que el ataque había sido orquestado por una comisión secreta para lanzar desde la radio un mensaje del PCM.
En el marco de este incidente, Plutarco Elías Calles se hizo presente -personalmente, acompañado de su Estado Mayor- en las torres de la XEW. Además se emprendió una represión sistemática contra Campa y sus compañeros. Sin embargo, este evento atrajo atención internacional e intensificó la campaña de solidaridad contra la represión en los países capitalistas, destacando el caso de México.
A finales de 1933, los combativos obreros textiles de San Bruno, Veracruz, fueron duramente reprimidos, la fábrica fue asaltada por el ejército, y todos los dirigentes suspendidos del trabajo. Fue en esa fecha cuando los obreros de la refinería de metales ASARCO de Monterrey se fueron a la huelga (el sindicato estaba adherido a la CSUM). En ese entonces, Valentín Campa -con el pseudónimo de Esteban Franco- participó en la organización de la huelga, hecho que le valió ser buscado por la policía.
En 1934 apoyó de manera activa la campaña presidencial del candidato Hernán Laborde, postulado por el Bloque Obrero y Campesino (BOC), que contendía contra el General Lázaro Cárdenas del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el Coronel Adalberto Tejeda del Partido Socialista de Izquierda.
En diciembre de 1934, al momento de asumir la presidencia el general Lázaro Cárdenas, el PCM salió de la clandestinidad e incluso fue reconocido como una fuerza política aliada al gobierno.
En 1935 Valentín contrae matrimonio con una fundadora del PCM a quien apodaban “La Roja”: Consuelo Uranga.En ese mismo año, el BOC decidió lanzar la candidatura de Valentín Campa para Gobernador del estado de Nuevo León. En la contienda participaron por el Partido Nacional Revolucionario: Plutarco Elías Calles hijo (quien no había nacido en el estado) y, por el Partido Reaccionario, el General Zuazua (apoyado por el clero conservador, los grandes terratenientes e industriales, y comerciantes).
En las filas del General Zuazua se desatacaban varios ferrocarrileros, con quienes el BOC -que representaba Campa- establecieron relaciones para maniobrar contra la imposición del hijo de Plutarco Elías Calles. Este hecho creó un serio conflicto político en Nuevo León, motivo por el que el recientemente electo Presidente Lázaro Cárdenas del Río influyó en la Cámara de Diputados para declarar desaparecidos los poderes en el estado y anular las elecciones, logrando con ello una victoria política para Campa y el BOC. Todas estas acciones contribuyeron a que el hijo del expresidente Calles fuera derrotado.
Lázaro Cárdenas decidió romper con el monopolio del poder ejercido durante El Maximato. El 12 de junio de 1935, para respaldar las iniciativas y reformas presidenciales, Valentín Campa se reúne con Vicente Lombardo Toledano y Hernán Laborde, y acuerdan convocar -urgentemente- a todas las organizaciones sociales del país (con excepción de la CROM de Morones y de la CGT, definidas como callistas y reaccionarias). Campa y Vicente Lombardo Toledano fungieron -junto con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y el PCM- como gestores de la constitución del Comité de Defensa Proletaria, logrando una activa relación entre las organizaciones y algunos dirigentes cardenistas.
A mediados de diciembre de 1935, el Presidente Lázaro Cárdenas profundizó su rompimiento con Calles: requirió su renuncia a todo el gabinete presidencial y lo reorganizó, sustituyendo a todos los secretarios callistas. Promovió ante el Congreso de la Unión la desaparición de los poderes de los estados de Durango, Guanajuato, Sinaloa y Sonora, que se encontraban bajo dominación de las fuerzas callistas.
Si bien en un principio, el General Saturnino Cedillo se solidarizó con Cárdenas en la lucha contra Calles y aceptó fungir como Secretario de Agricultura. Ya más adelante, fue aglutinando fuerzas de la reacción y comenzó a presentar una constante resistencia a las políticas progresistas del General Cárdenas. En 1936, el PCM emprendió una campaña para evidenciar los comportamientos reaccionarios que exhibía el General Cedillo. Tras la nacionalización del petróleo, decretada el 18 de marzo de 1938 por el Presidente Lázaro Cárdenas, el General Cedillo se descaró atacando -abiertamente- la expropiación y renunciando al gobierno, trasladándose a Las Palomas, San Luís Potosí, donde instaló un cuartel militar.
Un ayudante de absoluta confianza de Cedillo alertó al PCM sobre los planes del General de preparar una rebelión (al comprender que los únicos que habrían percibido las intenciones de Cedillo eran los comunistas, los contactó y les relató lo que sabía). Derivado de esta información, la comisión secreta del PCM acordó que el enlace con el presidente Cárdenas para dialogar sobre tales hechos sería Valentín Campa. Su positiva interacción le ganó para el futuro gozar de “derecho de picaporte” en Palacio Nacional para hablar con el Presidente de la República.
A pocos días del inicio de la rebelión de Cedillo, el General Cárdenas se presentó en San Luís Potosí, por lo que Valentín Campa también se dirigió a la entidad y se trasladó a la región de Las Palomas. Ahí se reunió con varios cientos de profesores rurales, ferrocarrileros de la división de Cárdenas y cuadros comunistas que realizaban labores entre los campesinos de la región. Les explicó las posiciones del General Saturnino Cedillo. El desconcierto comenzó a extenderse entre las filas de campesinos comprometidos con la rebelión del General Cedillo. Sus filas comenzaron a debilitarse producto de las deserciones.
Estando el Presidente Cárdenas en San Luís Potosí, rodeado de Cedillistas y del gobernador Hernandez Netro -incondicional de Cedillo-, el jefe del Estado Mayor presidencial, el General Nuñez, solicitó apoyo de Valentín Campa y sus compañeros para que asistieran al Estado Mayor Presidencial a evitar un atentado (Campa y sus compañeros conocían a la gente de Cedillo).
Al estallar la rebelión del General Cedillo, en contrapeso se organizó un gran mitin en el Teatro de La Paz en la ciudad de San Luís Potosí, con el propósito de explicar a la población la improcedencia de dicha rebelión, y para hacer un llamado nacional a aplastar todos los núcleos reaccionarios que surgieran en el país. En dicho mitin, Valentín Campa habló -en su carácter de líder ferrocarrilero-.El imperialismo mundial desplegó una campaña de calumnias contra el Presidente Lázaro Cárdenas, entre ellas: que estaba siendo manejado por Stalin y que el gobierno soviético controlaba a México. Se rumoraba que Cárdenas había sido convencido de otorgarle asilo a León Trotsky. Sin embargo, fue Diego Rivera quien realizó gestiones para su traslado a México el 9 de enero de 1937.
El rechazo a la presencia del desertor soviético en México, incitó una pugna entre el Presidente Cárdenas y el PCM. Valentín Campa atacó en artículos periodísticos el asilo. Sin embargo, se negó a participar en los atentados contra el exiliado soviético. Cuando la medida se debatía, Valentín Campa hizo un llamado a sopesar el curso de acción en discusión: sostuvo que -para ese momento- Trotsky estaba políticamente derrotado y que su influencia era casi nula, por lo que una acción precipitada en contra de él, traería aparejados costos -innecesarios- al PCM. Poniendo en evidencia los excesos reaccionarios en los que incurrió Trotsky, al hacerle el juego a Hitler y Mussolini contra la Unión Soviética.
El viernes 26 de septiembre de 1938, el Partido Comunista convocó a un mitin en la Arena México mismo al que asistieron Hernán Laborde y Valentín Campa del secretariado del Comité Central, para analizar la situación internacional –en vísperas de la Segunda Guerra Mundial-, poniendo en evidencia los excesos reaccionarios de Trotsky al hacerle el juego a Hitler y Mussolini contra la Unión Soviética.
Entonces, dos representantes de la Internacional Roja Sindical organizaron una depuración del PCM. En febrero de 1940 -en uno de los actos más vergonzosos de la izquierda mexicana- fueron expulsados del PCM, Campa, otro de sus principales dirigentes: Hernán Laborde, así como la pareja sentimental de Valentín, Consuelo Uranga (el cargo: haberse negado a participar en los atentados). La tajante negativa de Campa ante el plan de asesinato de Trotsky fue: “Nosotros somos revolucionarios, no asesinos”.
Luego de su expulsión del PCM, Campa gestiona su reintegración a Ferrocarriles Nacionales, en la superintendencia general de transportes, siendo reintegrado en su trabajo como oficinista en la estación de ferrocarril de Nonoalco.
A pesar de su expulsión, tanto Campa como Hernán Laborde continuaron militando en las filas de la izquierda sindical.A partir de 1940 y durante once largos años, Campa insistió en la importancia de generar y conservar unidad entre los partidarios del socialismo científico y el PCM. Sin embargo, todos los esfuerzos y proposiciones fueron rechazados por la dirección del PCM.
A principios de 1941, obreros y obreras de Materiales de Guerra (establecimiento encargado de la fabricación de armas y municiones) plantearon varias demandas sindicales, entre las que se encontraba un aumento salarial. Llevaron a cabo una manifestación y se dirigieron hacia Los Pinos. La manifestación fue recibida a balazos por órdenes del jefe del Estado Mayor.
Este acto causó indignación generalizada e inmediatamente los ferrocarrileros -convocados por Campa- realizaron asambleas masivas y manifestaciones con la intención de pasar por Palacio Nacional para que las protestas de los oradores -contra la orientación antiobrera y derechista con que Ávila Camacho iniciaba su gobierno- fueran escuchadas.
Los sindicatos minero y metalúrgico, de electricistas, de tranviarios, de telefonistas, de petroleros y otras muchas organizaciones comprometidas, estaban al tanto de la colaboración que la CTM (controlada por Lombardo Toledano y Fidel Velázquez) prestaba al gobierno del General Ávila Camacho para evitar que el contingente conformado por los manifestantes pasara por Palacio Nacional. La táctica buscaba preservar la imagen del gobierno -desviando señalamientos condenatorios- generando la falsa impresión en el pública de que simplemente se trataba de pugnas entre trabajadores.
Al dirigirse Campa a su trabajo en Nonoalco, fue detenido y permaneció incomunicado varios días en la Procuraduría del Distrito Federal. En su ausencia la CTM controló el curso de la manifestación, desviándola hacia la “Unidad Nacional” (estrategia de comunicación utilizada por Ávila Camacho que enfatizaba la prioridad de los intereses generales de la nación sobre los particulares, para presentar un México con capacidad de hacer frente a las Potencias del Eje e imbuir tranquilidad los Aliados, en pleno desenvolvimiento de la Segunda Guerra Mundial). Las maniobras disminuyeron la intensidad de la manifestación y diluyeron la razón de la misma.
Campa participó en marchas y protestas durante el mandato del Presidente Ávila Camacho, pero también en proyectos político-culturales como en la fundación del Círculo de Estudios y Acción “J. M. Morelos” a principios de 1945, proyecto conjunto con Hernán Laborde.
Se pronuncia por integrar un agrupamiento flexible de frente único antimperialista y democrático, formando en 1946 la Acción Socialista Unificada (ASU). Ésta estuvo conformada por diferentes corrientes de izquierda, entre ellos ferrocarrileros, petroleros y otros muchos sindicalistas, así como estudiantes y profesores, el Círculo Morelos y otras personas expulsadas del PCM. Bajo el influjo de Campa, el Comité Ejecutivo General del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros se convirtió en uno de los puntos de apoyo principal de la ASU.
Como el resto de la izquierda, la ASU apoyó la candidatura presidencial de Miguel Alemán. A pesar de sus diferencias con Lombardo Toledano, Valentín Campa coadyuvó para que la Central Única de Trabajadores se afiliara a la Central de Trabajadores de América Latina (CTAL).
El 1 de diciembre de 1946, al iniciar su periodo presidencial -en su discurso oficial- el presidente Miguel Alemán atacó al sindicato de petroleros y al sindicato ferrocarrilero, iniciándose una nueva etapa sofocante y represiva contra todo el movimiento sindical mexicano.
En 1948, siendo Secretario de Educación y Propaganda del Comité Ejecutivo General del sindicato ferrocarrilero, Valentín Campa decide conformar -junto con otros núcleos, compañeros dispersos y la propia Consuelo Uranga- el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM), jugando un papel muy influyente entre los ferrocarrileros y petroleros.Como consecuencia de su lucha constante contra la charrificación del movimiento obrero, a mediados de 1948, la dirección del sindicato ferrocarrilero sufrió un golpe, orquestado desde el gobierno, para destituir a la dirección y colocar en su lugar una dirigencia incondicional al gobierno de Miguel Alemán. Valentín Campa fue acusado de sabotaje. Al ser aprehendido en noviembre de 1949, Campa se convirtió -nuevamente- en preso político, cumpliría una condena de tres años y dos meses.
En 1951 construye un partido político para desarrollar una actividad más eficaz, pero siempre insistiendo en la unidad con el PCM.
Pese a la oprobiosa expulsión del PCM (del cual estaría fuera más de la mitad de su vida), Valentín nunca dejó de lado su convicción de la necesidad de que en México estuviese vigente una vía política hacia el comunismo a efecto de que ejerciera contrapeso a los Estados Unidos de América, a la vez que constituyera una opción de igualdad y mejoras colectivas para los trabajadores y otros grupos desaventajados.
A pesar de que se encontraba en prisión, Valentín Campa mantuvo relación con sus compañeros militantes y sindicalistas.
Cuando Valentín Campa salió en libertad, al día siguiente (el 10 de enero de 1953) se integró al partido de los comunistas expulsados el Partido Obrero Campesino de México (POCM). Se incorporó también a la dirección del POCM y asumió la dirección de su vocero Noviembre. Tras la muerte de Hernán Laborde en 1955, quedó investido como el líder más preparado del POCM. Cuando Demetrio Vallejo, también militante del POCM, comenzó a dirigir el sindicato ferrocarrilero en agosto de 1958, Campa se convirtió en su asesor político.
Poco después de las huelgas ferrocarrileras de marzo-abril de 1959, estalló la crisis al seno del POCM. El 11 de abril, la mayoría de la Comisión Ejecutiva adoptó una resolución en la que acusó a Valentín Campa de seguir una política sectaria e izquierdista, razón por la que fue destituido del puesto de secretario sindical.
Tras ser perseguido como parte de la represión del movimiento ferrocarrilero que encabezó, Campa tuvo que ocultarse en casas de diversos amigos. Después de un año de vivir en la clandestinidad, fue detenido el 19 de mayo de 1960, procesado y encarcelado en Lecumberri. Esta vez su condena alcanzaría los diez años.
En 1960, poco después de haber sido detenido, la Comisión Política del PCM resolvió finalmente readmitirlo. La reincorporación fue ratificada por el XIII Congreso del PCM. Muchos después de vivir políticamente exhiliado del PCM -y estando preso- Valentín Campa volvió a militar en las filas del Partido Comunista.En la cárcel (tal y como lo hicieron otros presos comunistas de México y otras partes del mundo), Campa pasaba el tiempo leyendo los órganos (pasquines, desplegados, panfletos) de su partido y del movimiento comunista internacional; la prensa política y comercial, así como en estudiar algunos problemas de la realidad mexicana al igual que asuntos históricos y teóricos, además de discutir de política y temas sociales.
El 19 de noviembre de 1960, emprende una huelga de hambre colectiva que habría de prolongarse por 6 días. Se suma a David Alfaro Siqueiros, Máximo Correa, Dionisio Encina, Roberto Gómez Godínez, Alberto Lumbreras, Filomeno Mata, J. Encarnación Pérez, Hugo Ponce de León, Demetrio Vallejo, y otros presos políticos y sindicales. El objetivo no alcanzado que buscaban era que el Juez Primero de Distrito en Materia Penal del Distrito Federal, el Tribunal Unitario de Circuito, la Octava Sala Penal y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dictaran los fallos por los que se les otorgara la libertad.
En prisión, Campa y sus compañeros se ocupaban de reflexionar no sólo asuntos locales, sino también causas internacionales. En compañía de Demetrio Vallejo y otros presos políticos, llama a impulsar la defensa de la Revolución Cubana y de su gobierno revolucionario.
Para 1965, transcurridos cinco años de prisión y agotados todos los trámites legales -incluidos los gestionados ante la Suprema Corte de Justicia- es trasladado de Lecumberri a la prisión de Santa Marta Acatitla (junto con Miguel Aroche Parra, Dioniso Encina, Roberto Gómez Godínez, -expresidente de Vigilancia General del Sindicato-, Alberto Lumbreras y Demetrio Vallejo -su co-líder de la gran huelga ferrocarrilera de 1958-). Ahí pasaría otros cinco años preso.
Campa se pronuncia sobre diversos problemas políticos y sociales, así como respecto de su proceso jurídico-político.
En la prisión de Santa Marta Acatitla estaba detenido un narcotraficante yanqui aviador que planeó su fuga. Años después y por presiones ejercidas por la Comisión Federal de Seguridad, a Campa se le acusó -injustamente- de haber intentado fugarse en compañía de David Joel Kaplan (quien en 1971 concretaría su huida con el arribo de un helicóptero a la cárcel de Santa Martha Acatitla). Valentín Campa respondió que (independientemente de que estuviera ahí recluído por razones políticas – por considerarle el gobierno un enemigo-), no había tenido nada que ver con tal intento previo de fuga.
A fines de 1967 la Juventud Comunista de México y otros estudiantes de izquierda organizaron la denominada "Marcha de la Libertad". Partió de Dolores Hidalgo, Guanajuato, hacia Morelia, Michoacán. Tenía el objetivo abogar por las demandas de estudiantes (incluyendo de las normales rurales), así como por la liberación de universitarios presos.
En medio de la agitación de los preparativos de la marcha, un agente de la Policía Federal de Seguridad se presentó en la penitenciaría de Santa Marta, en el Distrito Federal. El agente le planteó a Campa la posibilidad de que obtuviera su libertad a cambio de influir para que se suspendiese la movilización. Fiel a sus convicciones e ideales -Campa- respondió que no tenía ninguna relación o influencia sobre la marcha (y, en todo caso, -de tenerla-, la utilizaría para exhortar a los jóvenes que se agruparan lo mejor posible -sin estridencias pero con firmeza- para elevar lo más posible la combatividad de sus banderas.
A las pocas semanas el mismo sujeto le entregó a Valentín Campa la notificación -fechada el 9 de febrero de 1968- de determinación de la Secretaría de Gobernación (firmada por el entonces Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez), en la que se le negaba acceso a libertad preparatoria contemplada en el Código Penal: “el encarcelamiento no ha logrado modificar su personalidad, en cuanto a lo que se refiere a la ideología política que sostiene”. Del estudio médico criminológico que le fue practicado resulta:
“…su pensamiento está rígidamente encausado hacia una ideología intransigente e irreductible a modificarse en función de las consecuencias antisociales que pueda originar; que por ser un individuo que tiene 63 años de edad, aunque está fuerte y en buen estado de nutrición y sano desde el punto de vista físico existe cierta esteriotípia y dificultad para modificar el curso del pensamiento ya indicado… si tratamos de relacionar su manera actual con su actividad anterior cuando cometió los delitos, apreciamos que no hay modificación substancial respecto a su personalidad de aquella época… se trata de un individuo cuyo conflicto está ligado a sus ideas ya que permanece firme a ellas y no está dispuesto a social y consecuentemente volver a presentar con toda probabilidad el mismo tipo de conducta antisocial”.
Valentín Campa influyó en el preámbulo del Movimiento Estudiantil de 1968 que gestó la construcción social del México actual.
A finales de septiembre de 1968 y estando preso en Santa Marta, se percató que los presos del dormitorio número 4 fueron desalojados. Campa hizo llegar esta información a la dirección del Partido, anticipando que el desalojo podría tener como origen la necesidad de abrir nuevos espacios de reclusión porque desde el gobierno se confabulaba emprender una gran represión contra el movimiento estudiantil. Proyectó que al desalojo de esa área habría de seguirle el ingreso de un gran número de los estudiantes miembros del Movimiento del 68. De la media noche del 2 de octubre a la madrugada del 3, fueron ingresados al dormitorio número 4 más de 800 estudiantes (entre ellos se encontraban su hija María Fernanda Campa y su yerno Raúl Álvarez Garín (este último fue trasladado -al poco tiempo- al Campo Militar Número 1 y -de allí- a Lecumberri).
Durante la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, celebrada en Moscú del 5 al 17 de junio de 1969, Arnoldo Martínez Verdugo planteó:
“Hace ya diez años que se encuentran presos el Secretario General del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, Demetrio Vallejo, y el viejo y valeroso dirigente obrero Valentín Campa, miembro del Presídium del Comité Central de nuestro partido, por el “delito” de dirigir las huelgas ferrocarrileras. A ellos se han agregado los camaradas Ramón Danzós Palomino y Gerardo Unzueta y más de cien dirigentes y activistas del movimiento estudiantil, militantes obreros, campesinos y maestros de enseñanza superior”.
El 29 de julio de 1970 (tres días después de ser liberado -junto con Demetrio Vallejo-) Campa externó:
“Juzgo que el factor principal que determinó mi libertad y la del compañero Demetrio Vallejo fue el movimiento estudiantil y popular de 1968, que levantó como una de sus principales banderas la derogación del artículo 145 del Código Penal (tipificación del delito de disolución social) y la libertad de todos los presos políticos”.
Una vez en libertad, Valentín Campa se incorporó de lleno a la dirección del PCM. Su reincorporación al partido motivó dos secuestros policíaco-militares durante el sexenio de Luis Echeverría: del 27 de diciembre de 1970 al 1 de enero de 1971 estuvo secuestrado en el Distrito Federal, bajo pretexto de un accidente ferroviario prefabricado en la terminal del Valle de México, el cual tenía por objeto atemorizar a los rieleros e imponer como líder del sindicato al charro Villanueva Molina. Y el segundo, tuvo lugar en Ciudad Obregón, Sonora, cuando del 19 al 22 de noviembre de 1971 estuvo bajo secuestro de la Policía Militar.
Valentín Campa participó activamente en la huelga del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STUNAM) (de octubre de 1972 a enero de 1973). Durante ese tiempo, Campa dictó conferencias, cursos y mesas redondas en la Federación de Sindicatos de Trabajadores Universitarios, el STUNAM y el Sindicato Único Nacional de Trabajadores Universitarios. Valentín Campa participó activamente en las discusiones en apoyo a diversos movimientos de huelga del sindicalismo en las universidades y otras instituciones de educación superior.Desde principios de 1975 la dirección del PCM se esmeró en llamar la atención de la ciudadanía, a través de campañas dirigidas a lograr cambios en la percepción que sobre el partido tenían organismos y personalidades democráticas interesados en participar en la campaña federal electoral de 1976. En el XVII Congreso del Partido Comunista se acordó impulsar de forma unánime la candidatura a la presidencia de Valentín Campa, pues era considerado un símbolo de resistencia obrera y popular, personificando los rasgos más valiosos del movimiento obrero mexicano, y de todo aquello que hacía de la clase obrera la fuerza más revolucionaria y combativa de la sociedad. Sin embargo, el PCM no consiguió el registro para la candidatura de Valentín Campa.
Aun así, la campaña de Campa adquirió -en todo el país- una notable importancia frente al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En todos los estados, grupos políticos y sociales (partidarios del socialismo científico y que durante años buscaron la conexión con el PCM) se sumaron a su causa. Individuos que se identificaban como revolucionarios y democráticos se convirtieron en activistas afines a los ideales del PCM. Entre la juventud obrera, estudiantil y campesina, hubo un despertar político impetuoso.
Durante su campaña, Campa mostró -reiteradamente- su postura en pro de la libertad sindical y académica, expresando que los miembros de sindicatos deben ser libres de pertenecer al partido político de su elección, o a ninguno. También abogó por la libertad de expresión política en el ámbito universitario.
Expresaba su sentir patriótico. Sostuvo que los altos mandos del Ejército no debían participar en la política electoral, pero debían respetar el derecho democrático de los soldados, oficiales y jefes para expresar sus opiniones políticas electorales y pertenecer o no a partidos políticos.
López Portillo recorrió el país en lo que llamaría “boxeo de sombra”, puesto que la campaña de Campa no contaba con registro, el candidato del PRI no lo consideraba como oponente. Para Valentín Campa fue doblemente difícil enfrentar al régimen presidencialista, a quien nadie podía criticar.
A Campa se le deben los avances de la izquierda electoral, la apertura de espacios políticos a las luchas sociales, y los espacios para escuchar las voces del pueblo.
Campa encabezó la Marcha por la Democracia en 1976 -hecho decisivo- que impulsó la reforma política que resultó en el registro del PCM (en 1979). Dicho registro fue -eventualmente- cedido al PSUM, al PMS, y posteriormente al PRD.
Durante su campaña, Campa realizó 97 mítines en 28 entidades del país, contando con más de 108 280 asistentes y recorrió más de 30 000 kilómetros. De acuerdo al análisis posterior de la campaña electoral, en las casillas se depositaron más de un millón seiscientos mil votos a favor de Campa (a pesar de éste no gozar de registro como candidato otorgado por el gobierno), llegando a ser la segunda fuerza política del país. Su votación fijó dos récords no superados: es el candidato sin registro con mayor votación en la historia electoral del país y el candidato comunista con mayor votación a su favor.
En abril de 1978 publicó Mi testimonio: Memorias de un comunista mexicano (Ediciones de Cultura Popular).
El domingo 30 de julio de 1978, Campa y dirigentes del PCM se reunieron con el Presidente José López Portillo. En la reunión presentaron un expediente de agravios y exigencias: uno se relacionaba con los problemas mineros en La Caridad en Nacozari, Sonora y los fabriles en Loreto y Peña Pobre, en la Ciudad de México, el otro: se refería a las presiones contra el movimiento de los trabajadores del Hospital General. Campa y el PCM -también- exigieron el avance de una amnistía para quienes se encontraban en prisión por motivos políticos.
En 1979, cuando el Partido Comunista finalmente obtuvo registro electoral, el PCM junto con la Coalición de Izquierda, obtiene 18 diputaciones de representación proporcional, y Valentín Campa fue electo diputado federal y como reconocimiento fue nombrado presidente de la Cámara de Diputados.
Tras una vida dedicada al comunismo, Campa terminó presidiendo la disolución del PCM en un bloque con otras tendencias socialistas; en noviembre de 1981 fue secretario de actas del XX y último congreso del PCM. Fue a él a quien se le concedió el honor de firmar el acta de disolución del partido.
En diciembre de 1981 participó en la formación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y 1988 en el movimiento cardenista, y en 1991 en la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Valentín Campa, uno de los más destacados líderes sindicales y figura central en el comunismo mexicano, murió en la Ciudad de México, a los 95 años, el 25 de noviembre de 1999.A Valentín Campa le tocó vivir -con enorme estoicismo que prolongó por décadas- tiempos extremadamente difíciles para los luchadores sociales, así como una época cuando la acción político-electoral no acontecía en libertad y la organización de movimientos de cuestionamiento y rechazo al sistema político, era objeto de represión que implicaba terminar en la cárcel.
Vivió y resistió -junto con miles de hombres y mujeres- una represión feroz a los intentos de auto-organización que hacían los trabajadores con miras a defender sus derechos y buscar con las empresas para las que trabajaban, la mejora de sus condiciones de vida. Valentín Campa estuvo en prisión en 12 ocasiones, sumando un encarcelamiento en toda su vida de 13 años, 11 meses y 13 días.
Por su militancia política en las ideas y principios comunistas, la represión que sufrió -por parte del Estado mexicano- fue aún mucho mayor. La procedencia de ésta, no habría resistido los más elementales análisis al seno de una sociedad democrática y de un Estado de derecho comprometido con la vigencia de los derechos humanos.
Trabajadores ferrocarrileros, militantes sindicales y dirigentes tanto sociales como políticos, vieron en Campa un líder y un símbolo de resistencia frente al gobierno opresor.
No pocos líderes sociales perdieron la vida con motivo de sus acciones. Empresas, autoridades y líderes sindicales (de uno y otro corte) solían -en la primera mitad del siglo XX- recurrir a la agresión física. La vida de personas como Campa estaba vulnerable y siempre expuesta. Si no se perdía por heridas y lesiones infringidas en la calle, se acortaba y extinguía por una enfermedad contraída -en condiciones insalubres- en la prisión.
El talentoso y recio dirigente nunca se doblegó ante las injustas detenciones. La disolución social fue el delito que más le fue imputado y por el que fue perseguido por muchos años. Su primera detención -en febrero de 1927- fue por una huelga ferrocarrilera. Estuvo preso 3 días en Ciudad Victoria. Los periodos de reclusión se fueron ampliando y ampliando, conforme su labor político-social fue alcanzando mayores expresiones. De 1927 a 1971, la única administración presidencial que no le persigue fue la del General Lázaro Cárdenas del Río.
La vida de Valentín estuvo dolorosamene marcada por la represión. Siempre buscó la libertad sindical, la no imposición de líderes sindicales desde la propia empresa o el gobierno; hacer escuchar la voz de los trabajadores por medio de manifestaciones o huelgas y la organización política de la clase trabajadora.
Con el pretexto de un atentado en 1930 contra el presidente Pascual Ortiz Rubio, el gobierno realizó una represión generalizada contra todos los bloques comunistas, por lo que Valentín Campa fue aprendido y enviado a la cárcel de Lecumberri –considerada como una de las más inhumanas del país-. Sería la primera vez en que estaría recluido en la cárcel de la Leyenda Negra (en esta primera ocasión por 3 meses).
Campa mantuvo infatigables sus anhelos de justicia e igualdad. Los encarcelamientos en nada mellaron su integridad: su lucha por la defensa de derechos y por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, siempre permaneció intacta. No se dejó cooptar ante las ofertas de beneficio individual, ni se retiró de la lucha tras sufrir la privación de su libertad en numerosas ocasiones.
En 1960, Valentín Campa fue detenido, procesado y encarcelado –nuevamente- en Lecumberri. Se vio acompañado de varios luchadores sociales (que al igual que él) estaban en presidio a causa de sus ideales y por la exigencia de mejores condiciones de trabajo para las clases obreras explotadas del país.
Las largas estancias en prisión no fueron suficientes para doblegarlo. Desde su último ingreso en Lecumberri en 1960 y su posterior traslado al penal de Santa Martha Acatitla, transcurrieron 10 años, 2 meses y 7 días –siendo éste uno de sus encarcelamientos más prolongados-.
Campa, hombre íntegro y congruente con su lucha, nunca cambió de manera de pensar. Nunca desistió de su lucha, pues su activismo aún en el presidio estaba presente: conformó comités de lucha en favor de los presos políticos de Santa Martha.
Elena Poniatowska relató cómo en las visitas que le hizo en prisión, encontraba a Valentín atendiendo el apiario y cultivando jalea real. Campa le compartía -durante horas- sus observaciones sobre el comportamiento de las abejas (incluyendo el comportamiento de la abeja reina). “Los compañeros muchas veces olvidan sus encomiendas, las abejas, nunca” -le decía-.En 1935 inició una relación de pareja sentimental con la dirigente comunista Consuelo Uranga, con la que tuvo dos hijas: Valentina, que nació en 1938, y María Fernanda, en 1940. Ambas se graduaron del Instituto Politécnico Nacional (la primera como Ingeniera Mecánico Electricista y la segunda como Geóloga).
De sus hijas, fue María Fernanda “La Chata” Campa quien -desde muy joven- también incursionó en la actividad política (a la par de su vida profesional). A los dieciséis años protesta en contra de la intervención del ejército en el internado del Politécnico acontecida en 1956. La Chata fue miembro de las Juventudes Comunistas (después fue expulsada). Contribuyó a la formación y expansión de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos que fungiera como unos de los pilares del Movimiento del 68. Fue fundadora de la revista Punto Crítico hasta su disolución, y apoyó la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Fue fundadora y miembro del primer CEN del PRD. En 2008 presentaría su renuncia a dicho instituto político junto con Gerardo Fernández Noroña.
Su familia visitó -con frecuencia- a Valentín (al igual que sus amigos) durante su periodo más largo de encarcelamiento: la década de los años sesenta.
Sus últimos años transcurrieron al lado de Esperanza García.El 14 de febrero de 2013 (aniversario de su natalicio), se designó con su nombre un tren del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
Ese mismo día, una plaza en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México fue designada en su honor.
El 13 de febrero de 2014, el Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Senado exhortó al titular del Ejecutivo a trasladar los restos de Valentín Campa Salazar a la Rotonda de la Personas Ilustres.
El 25 de noviembre de 2016 (aniversario luctuoso) se colocó un busto monumental en las inmediaciones de lo que fuera la estación ferrocarrilera de la Ciudad de México en Buenavista.
Ya en 2017, el pleno del Senado formuló exhorto en los mismos términos.
El 27 de junio de 2018 en el Estadio Azteca, en su discurso de cierre de campaña -el actual Presidente de México- licenciado Andrés Manuel López Obrador, destacó a Valentín Campa Salazar dentro del grupo de personas con contribuciones altamente trascendentes en la lucha por el establecimiento de un gobierno comprometido con las causas del pueblo:
“Nunca olvidaremos a dirigentes sociales, campesinos, obreros, indígenas, amigos que empezaron la lucha con nosotros y se nos han adelantado. Mujeres y hombres que fallecieron y que desearon ver y vivir este momento. Estoy seguro que en la noche del domingo -desde el cielo- van a celebrar el triunfo que ellos ayudaron a construir…Valentín Campa”.
El 16 de diciembre de 2017, el Movimiento Comunista Mexicano (MCM) en un resolutivo especial de su Conferencia Nacional de Línea Política y el Proceso Electoral acordó buscar en 2018 realizar un exhorto para que los restos de Valentín Campa sean trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres.
Una de las dos nuevas estaciones de ampliación de la Línea 12 del Metro en construcción, llevará el nombre de Valentín Campa.- Mesa redonda El futuro del sindicalismo mexicano, del 13 de febrero de 2004, Gerardo Peláez Ramos
- Memoria política de México
http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CAV04.html
- «Valentín Campa, comunista ejemplar».
Revista Coyuntura num. 95.
- Instituto de Estudios de la Revolución Democrática (diciembre de 2000)
Archivado desde el original el 6 de septiembre de 2009. Consultado el 7 de septiembre de 2010.
- Ponen Valentín Campa a tren del Metro; nueva estación también llevará su nombre
https://www.jornada.com.mx/2013/02/15/capital/040n1cap
- Elena Poniatowska
Artículo del periódico La Jornada del 19/12/1999
https://www.jornada.com.mx/1999/12/19/cul1.html
- Recuerdos del Partido Comunista
Christopher Domínguez Michael 30 noviembre 1999
https://www.letraslibres.com/mexico/recuerdos-del-partido-comunista
- Valentín Campa Salazar
Artículo en el Diario 21, periódico plural del estado de Guerrero
Ramón Sosamontes
14 febrero, 2008
https://www.diario21.com.mx/?cmd=displaystory&story_id=22082&format=html
- Cuadernos de Formación Política
Número 1, febrero 2018
https://issuu.com/movimientocomunistamexicano/docs/cuadernillo_febrero
- Hasta siempre, camarada!, último adiós a Campa
Juan Manuel Venegas
https://www.jornada.com.mx/1999/11/27/adios.html
- Valentín Campa, el ilustre
Julián Andrade
https://www.razon.com.mx/columnas/valentin-campa-ilustre/
- Valentín Campa
Mi testimonio: Memorias de un comunista mexicano
Ediciones de Cultura Popular, 1978