Texto descriptivo


ROLANDO CORDERA, Profesor Emérito de la UNAM, nos cuenta sobre las aportaciones de Valentín Campa al
DESARROLLO DE MÉXICO CON EQUIDAD

  • Me da mucho gusto tener la oportunidad de conversar -hoy- con Rolando Cordera, doctor y profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México. Muchas gracias por estos minutos, Rolando. Vamos a conversar sobre Valentín Campa Salazar.

    Fue una persona que se dedicó -durante muchos años- a organizar a sus compañeros trabajadores. Quisiera aprovechar tu especialidad en desarrollo -Rolando- para que nos pudieras compartir tu perspectiva sobre: ¿Qué tan importante era? ¿Qué tan relevante era esa labor qué hacía Valentín Campa de organizar -desde los sindicatos- los intereses de los trabajadores para que tuvieran una expresión (que pudieran ser procesados) en una época del desarrollo de México en el que había un énfasis importante en la industrialización del país?

    Eric Suzán
  • Yo creo que fue muy importante (y por muchos años -también- menospreciada) la labor de Valentín y otros compañeros y camaradas de él (tanto miembros o militantes del pensamiento y la tradición comunista como sindicalistas comprometidos)).

    Cuando se destapa la industrialización en México está también ocurriendo un fenómeno que nos rebaza, pero en el que nos incluimos (que es el de la Segunda Guerra Mundial). La segunda guerra crea unas condiciones favorables a los países no desarrollados o que quieren desarrollarse porque los términos y los criterios del mercado internacional cambian radicalmente. Estados Unidos, particularmente, redirige buena parte de su esfuerzo productivo a -desde luego- la industria establecida a fines bélicos: a producir armas, uniformes, cañones, aviones, barcos, etc. Y muchas de las cosas que producía por su propia cuenta tienen que ser conseguidas en el exterior y ahí se crea, para México, una oportunidad que aprovecha en buena medida en partes de la industria química (las más elementales), textiles, alimentos, materiales de construcción que se producen para ser vendidos en el mercado norteamericano. Y ahí es donde comienza el país a recorrer la senda de una industrialización, que a final de cuentas va a terminar en los años 80 del siglo XX.

    Al principio todo se hacia bajo el estandarte de la “unidad nacional”, que tenía como uno de sus sustentos lo que se llegó a llamar “el pacto obrero industrial” auspiciado por el propio gobierno -el gobierno del presidente Ávila Camacho-, pero correspondido por los liderazgos obrero-sindicales de aquel entonces, (destacadamente de Vicente Lombardo Toledo). Pero no sólo la CTM que se había formado a finales de los años 30 en la que participaban los comunistas -entre otros el propio Valentín Campa-. Pero fue muy importante que Campa planteara el tema de la organización sindical independiente, que se opusiera a lo que luego fue conocido genéricamente como “el charrismo” (que se dio precisamente en el sindicato donde Valentín Campa destacó, que era el sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana). Muy importante porque advirtió sobre una falla del proceso de industrialización (que nadie objetaba realmente; nadie estaba diciendo: “No: Quedémonos siendo agrícolas”). Este país ya estaba urbanizándose y saboreando algunos de los buenos efectos y resultados de un cambio social tan grande como fue la urbanización, la industrialización, etc.

    Pero lo importante de la intervención de Campa fue que planteó el tema de la independencia sindical y de la democracia en los sindicatos. Eso no solamente fue desatendido. Los gobiernos reaccionaron duramente: con represión, que le costó a Campa la prisión Pero ahí está el mensaje de Campa y ahí está el esfuerzo en favor de la independencia de los trabajadores; que hubiera implicado -luego- una ampliación sostenida; consistente, del mercado interno, basado en el aumento de los ingresos de las clases trabajadoras, que eran las que estaban irrumpiendo en la estructura social mexicana ya conmovida -afortunadamente- por la gran gesta del general presidente Lázaro Cárdenas que apoyó la organización sindical, por un lado, y llevó a cabo una enorme distribución de la riqueza a través de la reforma agraria.

    Pero ese es Campa el comunista, Campa el sindicalista, Campa el reivindicador de los derechos laborales proletarios

     

  • Y esa tarea de lucha por los derechos de los trabajadores y sus intereses se vuelve relevante en un fenómeno económico donde, si bien hay oportunidades (como lo destacabas), también implica -a veces- ciertos sesgos donde hay desequilibrios entre los factores de la producción ¿Por qué era tan importante equilibrar las relaciones empresas-trabajadores?.

    Eric Suzán
  • Bueno, se vive en México (y en otros países)- un momento de elevación de los precios; un momento inflacionario, que no es compensado ni contrarrestado por una política salarial -digamos- reivindicadora de lo que es la consigna central de la Revolución Mexicana: la justicia social. Entonces, el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores se ve sostenidamente reducido por esta elevación en los precios que, desde luego, afecta a los precios de los bienes básicos que forman el grueso del consumo obrero, del consumo de los trabajadores. Y esto trae consigo -después de la situación (digamos) extraordinaria que fue la Segunda Guerra Mundial- un replanteamiento de las relaciones obrero-patronales y también un reclamo a la intervención del Estado, ya no sólo como un Estado regulador y promotor de la industrialización, sino como un Estado que asegure el cumplimiento del gran compromiso histórico en materia de justicia social; que en caso de las relaciones obrero-patronales quiere decir: asumir la necesidad y conveniencia de que haya sindicatos auténticos que -por la vía de la negociación- contribuyan a un equilibrio efectivo pero también productivo en las relaciones sociales mexicanas. Como lo había visualizado el propio presidente Cárdenas al apoyar a los trabajadores y como, por ejemplo, lo visualizó y lo llevó a la práctica en gran medida el presidente Roosevelt de los Estados Unidos desde los años 30.

    Esa tarea de Campa y otros sindicalistas es muy importante y llega a plantearse como un reclamo obrero frente al Estado y frente a los patrones. Él lleva luego a lo que conocemos como “el Gran Movimiento Vallejista” que encabeza Demetrio Vallejo (el gran líder de los trabajadores ferrocarrileros) en compañía de Valentín Campa, Encarnación Pérez, Don Vicente Rojo, etc.; que termina en un gran enfrentamiento; una gran confrontación con el Estado y que deriva -luego- en una represión generalizada que lleva a Valentín, a Vallejo, a Don Vicente Rojo y a otros más a la cárcel por muchos años -de manera flagrantemente injusta-

    Rolando Cordera
  • Eric Suzán y Rolando Cordera

     
  • Y en esta cuestión (mencionabas tú la justicia social) hay una vertiente de justicia económica también y en la social, la cuestión no solamente del salario y del poder adquisitivo de las familias, sino también de las prestaciones al interior de las industrias ¿Verdad? Claro es otra vertiente en la cual Valentín busca igualar; generar contratos de industria…

    Eric Suzán
  • Esa era la idea, no sólo de Campa sino, es también -luego- uno de los planteamientos centrales de lo que se va a conocer como “La insurgencia obrera” en los años 70 del siglo XX, encabezada por la tendencia democrática de Don Rafael Galván del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana y luego su terna. Ellos planteaban -con mucha fuerza- la necesidad y conveniencia de que en México hubiera un régimen de salarios por industria, por rama industrial y no sólo de contratos. Por industria y no sólo al interior de una empresa.  Lo que le daría (tenían razón), fortaleza al movimiento trabajador mexicano. Esto no se logró, lo que vino luego fue una mayor fragmentación de la organización obrera con las crisis de los 70 y 80 y luego el gran cambio estructural neoliberal (pero esa ya es otra historia…).

    Rolando Cordera
     
  • Incluso desde los 50-60 había esta peculiaridad de que en Ferrocarriles Nacionales de México (que era una empresa grande), pues por un trabajo idéntico al que se desempeñaba en otra empresa ferrocarrilera más pequeña había mucha diferencia salarial por el mismo trabajo y sus compañeros luchaban por emparejar hacia arriba el salario de quienes hacían exactamente lo mismo, pero en una empresa más pequeña.

    Y en cuanto a la parte política (que también es una vertiente importante de Valentín la labor partidista); la labor de concientización para la movilización política ¿Por qué su obsesión por contribuir a la unidad de las izquierdas?

     

    Eric Suzán
  • Bueno: Yo diría que (antes que eso) lo que hay es digamos una reconsideración de las tesis fundamentales del Partido Comunista Mexicano que empieza a darse en los años 60 del siglo XX, pero que se da con toda fuerza a partir de la década que sigue (después de la tremenda experiencia del movimiento estudiantil de 1968 y de su sangriento desenlace en el 2 de octubre en la Plaza de las 3 Culturas).

    El Partido Comunista estaba revalorando la importancia de la democracia para México y también para el movimiento (que se postulaba a sí mismo como el movimiento de una nueva revolución socialista -que son las tesis históricas mundiales del movimiento comunista y, en buena medida, del movimiento socialista internacional-. No es lo mismo -sabemos-, por ejemplo: en los 60 el Partido Comunista insiste en la conveniencia y necesidad de participar en las elecciones (aún cuando no tenga un registro para participar electoralmente). Y lo hacen con el Frente Electoral del Pueblo (en la elección presidencial del 64, su candidato es Ramón Danzós Palomino, que es un gran dirigente agrario mexicano que está en el Partido Comunista). Luego -después del 68- revisa todavía más sus tesis; ahonda en sus discursos por la democracia y eso los lleva, por un lado, a plantearle de manera formal al gobierno la necesidad de llevar a cabo una reforma política y electoral de gran calada. No tiene éxito esta gestión pero ellos se mantienen en esa línea.

    Tan es así que los lleva -de nuevo- a postular un candidato (tampoco registrado, también no registrado) en 1976 y ese candidato es Valentín Campa (que recientemente ha sido liberado junto con Demetrio Vallejo y otros dirigentes sindicales que habían estado encarcelados por casi diez años (Valentín aún más).

    Valentín hace campaña. Yo no participé en ella (para muchos de nosotros parecía un poco exótica -la verdad-, una participación electoral de esa naturaleza, nunca hubo tampoco una discusión amplia y profunda del tema). Pero lo que hay que anotar en la historia es eso: que Campa (después de haber sido preso político) participa con el llamado Frente (ya no se llamaba “Frente Electoral del Pueblo”: tiene otro nombre (que no recuerdo)). Participa como candidato y se dice (nunca se contaron realmente los votos) que recabó más de un millón de votos. Ahí sí hubo muchos votos voluntarios que no necesariamente coincidían con Valentín ni con el Partido Comunista, pero coincidían en el reclamo fundamental, que es el recamo que marca la época: “el reclamo democrático” (como  lo llamamos algunos de nosotros -después-).

    Y poco a poco viene el planteamiento del presidente López Portillo y de su secretario de Gobernación, el Licenciado Jesús Reyes Heroles, de responder a la situación que se ha ido creando en México Post 68 con mucho muchacho yéndose a las armas (a lo que ellos veían como única salida: la lucha armada revolucionaria en las ciudades) que buscaban ellos que confluyese -también- en lo que se había iniciado (sobre todo en Guerrero): la guerrilla rural (una encabezada por el profesor Lucio Cabañas y otra encabezada por el profesor Genaro Vázquez Roja). Si bien surgieron en respuesta a coyunturas locales, pronto se inscribieron en un discurso más general de orden revolucionario inspirados o no (eso está a discusión y no quiero entrar en ella) en el discurso principal que había puesto en circulación -en todo el continente- la Revolución Cubana, encabezada por Fidel Castro.

    Frente a eso y el reclamo del mundo intelectual y universitario de que se saldara una deuda enorme del Estado mexicano con la sociedad en la que incurrieron los gobernantes en 1968, López Portillo y Reyes Heroles ofrecen una reforma electoral. Es la que nos va a traer hasta nuestros días al mundo político, realmente plural y digamos que representativo, que se ha ido construyendo en México a partir de entonces y que -con toda serenidad- se comienza a implantar a partir de la gran crisis que vive el país en 1994 (con el lanzamiento del Ejército Zapatista, por un lado, y -luego- el asesinado del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, por otro). En una dinámica que precipita| el cambio político.

    Desde la  perspectiva de la izquierda, esta coyuntura se abre con la iniciativa de Reyes Heroles y López Portillo. Muchos la menosprecian. Yo recuerdo cuando -nosotros- aprendimos a apreciarla (entre otras cosas, gracias a un dicho o postulado de Arnaldo Córdova -un gran compañero de muchos de nosotros y amigo, gran estudioso de la historia política de México- que dijo: “Por más que la viéramos chiquita la reforma, esa reforma iba a hacer casi una revolución política”. Lo dijo Arnaldo y tuvo razón).Cambió el mundo político, cambió el mapa; fue muy importante. Se fue abriendo -poco a poco y tortuosamente- camino (porque los gobiernos nunca quisieron abrir las compuertas de una participación real y efectiva que implicara entonces la posibilidad real consagrada de la alternancia).
    Esto se logra -a finales del siglo XX- y se da la alternancia encabezada infortunadamente (según mi opinión) por el señor Vicente Fox. Él encabeza y protagoniza (ilegítimamente) un segundo gran momento del cambio político en nuestro país.

    Volviéndo a fines de los años 70s, la izquierda le toma la palabra al gobierno (desde los inicios de la reforma electoral) y participa en una coalición encabezada por el Partido Comunista (llamada “Coalición Izquierda Comunista”) que lleva a un número importante de luchadores políticos a la Cámara de Diputados. Se abre la primera bancada -digamos-. Estaban -entre los 18 diputados-: Valentín Campa; Pablo Gómez (también del Partido Comunista); el propio Arnoldo y Alejandro Gascón Mercado (que era dirigente del “Partido del  Pueblo Mexicano”. Resultado de una escisión dentro del Partido Popular Socialista de Lombardo Toledano, de Carlos Sánchez Cárdenas (un pequeño movimiento comunista -muy interesante por los personajes que lo promovían- que había salido del Partido Comunista, merced de muchas crisis internas que tuvieron los comunistas a lo largo de su historia))). Y eso forma la Coalición de Izquierda Comunista y -después de esa experiencia- apoyado y sostenido por Valentín, Martínez Verdugo va más allá: plantea la posibilidad de ir más allá de la Coalición de Izquierda Comunista para formar un partido que se pretendía que fuera único de las izquierdas de inspiración socialista. Este proyecto va a derivar en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM). Arnoldo Martínez Verdugo resulta ser su abanderado electoral en la elecciones de 1982. Él es el candidato a la presidencia de una coalición en los hechos (técnicamente hablando lo era de un partido pues ya estaba presentado y registrado como Partido Socialista Unificado de México). Ahí Arnoldo es central en estos desarrollos, pero yo pienso que Valentín (la participación de Campa), su compromiso -expreso; explícito- con la necesidad de formar un partido nuevo, es muy  importante. Yo creo que eso le da seguridad al propio Martínez Verdugo que estaba convencido de eso (había sido pionero en esta materia desde los años 60 (eso hay que reconocerlo)). Pero ya en los 80, Campa (ya anciano) sigue insistiendo en esto: en la necesidad de respetar la diversidad.

    No obstante que era Campa reputado como un Comunista muy ortodoxo, muy insistente en sus convicciones (cosa que no dudo), fue -al mismo tiempo- un hombre importante en esta insistencia en partidos amplios diversos de la izquierda en donde se respetaran las diversas posiciones y posturas que se iban gestando al calor de la propia experiencia política que -prácticamente para todos los que participamos en esto- era inédita.

     

  • Y en esa labor de abrir brecha a fines de los años 70 está ahí en la mesa de negociaciones con Jesús Reyes Heroles, el Secretario de Gobernación, Valentín Campa sentado con Arnoldo Martínez Verdugo, dialogando sobre la necesidad de que hubiera este cambio de reglas en el sistema político; estas nuevas definiciones que fueran permitiendo esa expresión a causas políticas, a partidos, a candidatos, a los que el sistema, las reglas, los principios les cerraron las puertas y no les daban acceso a que pudieran ser considerados como opción por la ciudadanía; y están ellos ahí sentados en la mesa de negociaciones...

    Eric Suzán
  • Y luego lo que se abre de las comparecencias para hablar precisamente de la Reforma Electoral, participan ahí sí no solamente los comunistas del Partido Comunista, participa mucha gente, muchos intelectuales de la izquierda de entonces, muchos egresados (digámoslo así) del Movimiento del 68. Ya mencioné a uno: Arnaldo Córdova, que es muy importante su participación, otro: Carlos Pereida, filósofo (desafortunadamente desaparecido muy pronto), uno de los hombres más importantes en lo que podríamos llamar la teorización de la democracia desde una perspectiva de izquierda.

    Ahora, a veces se olvida eso y se ve la democratización del país como algo que tenemos que deberle a la derecha conservadora, al Partido Acción Nacional y a los empresarios -que, en efecto, se unieron al reclamo democrático, pero al calor, no tanto de la lucha política, sino de la nacionalización de la banca (pero para el caso no importa)-. La verdad es que, desde la izquierda y de diferentes maneras, la convicción democrática se expresa y se despliega en discursos, reclamos, movilizaciones desde los años 60. Ahí sí creo que tiene que reconocerse la importancia de la presencia de estos dos personajes: Arnoldo, por un lado, y Valentín, por otro (sin ninguna pretensión exclusivista ni nada: participa mucha gente  desde diferentes perspectivas).

    Yo recuerdo el reclamo principal que a uno le enseñan los maestros en la universidad y en la propia izquierda (entre comillas “radical”; partidaria de la revolución cubana y demás): “respeto a la Constitución” y eso es lo que va a convertirse -luego- en la gran en la gran divisa poderosa del Movimiento del 68 que es -para mi gusto- el gran movimiento constitucionalista del México moderno .

    Rolando Cordera
  • Oye: Ahorita que mencionas a los maestros universitarios (y pensando en tí y en mí, que nos gusta leer; estudiar; que hemos tenido oportunidad de cursar estudios fascinantes) está ahí -también- la faceta meritoria, tanto de Arnoldo como de Valentín, de no haber tenido esa oportunidad de acceder a muchos años de estudio formal y, sin embargo, su interés de aprender; su interés de leer; su interés de analizar las cosas; de pensarlas; de discutir. Los dos muy dados a esta vertiente también: por un lado a la acción pragmática pero -también- el interés de reflexionar sobre el mundo; sobre México; sobre los grandes problemas nacionales; dónde estaban las piedras de toque que podrían ayudar a transformar al país…

    Sensacional, muchas gracias

    Eric Suzán
  • No. Al contrario -Eric Suzán-: Te agradezco a ti, también…

    Rolando Cordera

     

Entrevista a Elvira Concheiro